La hoja de ruta económica de Tailandia se ha puesto interesante. Las autoridades están impulsando un nuevo paquete de estímulo que, según afirman, impulsará las cifras del PIB en el cuarto trimestre, pero aquí está el problema: el baht ha estado fortaleciéndose demasiado últimamente, y eso está poniendo nerviosos a los exportadores.

Una moneda fuerte suena bien sobre el papel hasta que tu sector manufacturero empieza a perder competitividad. El gobierno está caminando por la cuerda floja: inyectar dinero para impulsar el crecimiento mientras la fortaleza de su moneda amenaza con ahogar el impulso comercial. Un dilema clásico de los mercados emergentes.

Para quienes siguen los flujos de capital regionales, esto importa. Cuando las monedas locales ganan terreno, se alteran los patrones de inversión en los mercados de la ASEAN y se ve afectado todo, desde los costes de las remesas hasta la dinámica de las transacciones transfronterizas. No pierdas de vista cómo maneja Bangkok este ejercicio de equilibrio: es un caso de manual de estímulo frente a la presión de apreciación de la moneda.