Estos días, la pregunta que más me hacen no es "¿cómo operar?", sino "¿se ha acabado ya el mercado alcista?".

Sinceramente, entiendo esa ansiedad.

Hace ocho años, la primera vez que me topé con un mercado así, tuve la misma reacción: un día gritaba "¡vamos, vamos, vamos!", y al siguiente ya estaba pensando "¿será momento de salir corriendo?".

Más tarde comprendí: un auténtico mercado alcista nunca sube en línea recta. Incluso cuando los que no aguantan la volatilidad se bajan del tren, el precio sigue subiendo.

Hace un par de días, un amigo me preguntó si era momento de retirarse. Me reí y le dije: el peligro está en ese miedo a perder que tienes, no en el mercado en sí.

De hecho, creo que este ciclo aún no ha terminado.

¿Por qué lo digo? Porque ya he visto demasiadas veces estos "falsos desplomes". Por fuera parece que todo se viene abajo, pero en realidad el capital ya está preparado y esperando en las sombras.

Mira el panorama macro: el QT se va a detener, la liquidez empieza a relajarse poco a poco. En cuanto a la regulación, el asunto de CZ ya está resuelto, la incertidumbre del sector prácticamente ha desaparecido. Y si miras el mercado, el oro empieza a debilitarse, el dinero que busca refugio se retira, y el apetito por el riesgo ha vuelto claramente.

Lo más importante son las instituciones.

¿Crees que están esperando? En realidad están comprando en silencio. El aumento de CALLs al final de la sesión no es casualidad, es una señal.

¿Y los minoristas? Se emocionan cuando sube y se asustan cuando baja.

En la fase de consolidación de un mercado alcista, lo más peligroso no es que el mercado realmente cambie de tendencia, sino que pierdas el rumbo en medio de esta volatilidad.

Siempre digo que el mercado alcista no premia a los más atrevidos, sino a los que saben resistir.

¿Quieres multiplicar tu capital? Primero aprende a no moverte sin sentido. ¿Quieres ganar dinero? Primero no te la juegues apostando todo de golpe.

Sé que ahora puedes estar algo perdido, algo inquieto, incluso dudando de si lo que te digo es cierto.

No pasa nada.

Los tropiezos que yo sufrí, ahora los vas a encontrar tú en el camino.

En aquel entonces, yo iba a ciegas y solo; ahora la linterna la tengo en la mano. La linterna sigue encendida.

Si me sigues o no, tú decides.