El segundo mayor gigante de la gestión de activos del mundo por fin ha cedido.

Vanguard, ese veterano de la industria conocido por su extrema cautela, ha abierto oficialmente a partir del 2 de diciembre el acceso a la negociación de ETF de criptomonedas de terceros para sus más de 50 millones de cuentas de corretaje. Hay que tener en cuenta que hablamos de un coloso que gestiona más de 11 billones de dólares en activos.

¿Dónde está lo interesante? El fundador de Vanguard, John Bogle, siempre fue un ferviente defensor de la inversión en valor a largo plazo, fondos indexados de bajo coste y la máxima prudencia. ¿BTC, ETH y demás activos de alta volatilidad? Siempre los despreciaron.

Por eso, este giro es aún más impactante que cuando BlackRock abrazó activamente las criptomonedas. Porque no es que Vanguard haya entrado voluntariamente, sino que se ha visto obligada a ceder: si no se pone al día, sus clientes se irán a Fidelity o Schwab. Es la presión por sobrevivir.

Así ha caído la última línea de defensa de Wall Street.

¿Y qué significa esto para el mercado? Incluso con una estimación conservadora, si solo el 1% de esos 50 millones de cuentas se asigna a criptoactivos, estaríamos hablando de un potencial de compra de cientos de miles de millones de dólares. Por supuesto, la entrada real será un proceso largo; al principio, quizá solo vayan entrando decenas o cientos de millones poco a poco. Pero el 2 de diciembre, el volumen de negociación de IBIT se disparó claramente y la euforia ya se empieza a notar en el mercado.

¿El impacto más profundo? Cuando las dos mayores gestoras de activos del mundo empiezan a ofrecer ETF de BTC y ETH, el efecto sobre la percepción de los clientes tradicionales es enorme. De hecho, Bank of America también ha empezado a recomendar a sus asesores que asignen entre un 1% y un 4% de exposición a criptoactivos, siguiendo los pasos de Vanguard.

Los criptoactivos están pasando de los márgenes al mainstream. Ya no son solo activos especulativos, sino que se están considerando como una “herramienta de diversificación”, igual que lo fueron los ETF de oro en su día.