¿Has visto alguna vez a este tipo de trader? Son especialmente graciosos.
En cuanto tienen algo de dinero ocioso en la cuenta, les empieza a picar la mano. Da igual si el mercado sube, baja o está lateral, tienen que poner una orden para quedarse tranquilos. Este tipo de personas, en el fondo, esconden una confianza ciega de fanático—en otras palabras, se sobrestiman demasiado.
Ni se les pasa por la cabeza que tengan que mejorar en algo; en su opinión, su nivel actual ya es suficiente. Para ellos, solo hay dos explicaciones para las ganancias y pérdidas: ¿han ganado? Por supuesto que es gracias a su habilidad, y lo proclamarían a los cuatro vientos; ¿han perdido? Todo culpa de la mala suerte, a la próxima lo intentarán de nuevo, ¿reflexionar? Ni hablar.
Lo mejor es que nunca aceptan que otros tengan razón. Incluso cuando es evidente que algún experto es más competente, siempre tienen un comentario sarcástico que soltar. Esa obstinación en no reconocer nada, en realidad, esconde ese frágil orgullo—admitir que alguien es mejor les hace sentir inferiores.
De verdad, “controlar las manos” nunca ha sido cuestión de reprimirte a la fuerza, sino de mantener la calma. Primero hay que aprender a aceptar la realidad: tengo mis limitaciones, ¿y qué? Hay que desarrollar la habilidad de ver a otros ganar sin sentir envidia. Las oportunidades de los demás no tienen por qué ser adecuadas para ti; lanzarte a lo loco solo hará que te tomen el pelo.
Ten clara una cosa: en este mundo, las cosas que realmente podemos controlar, se pueden contar con los dedos de las manos. Si te obsesionas con todo y quieres aprovechar cada operación, acabarás agotado y probablemente sufrirás grandes pérdidas. Admitir que eres una persona normal y permitirte que ciertos movimientos del mercado no tengan nada que ver contigo, en realidad te ayudará a esperar el momento que realmente te corresponde.
En el camino del trading, ganar no es la única forma de vivir; conservar el capital es lo que te permitirá reír el último.
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NeverPresent
· hace9h
Joder, tienes razón, el ansia de operar es realmente una enfermedad incurable.
Tío, esto va por mí, qué doloroso.
Es el momento de mirarse al espejo, admitir que eres malo no es tan difícil.
Mientras el capital siga vivo, siempre hay oportunidades para ganar o perder; si no tienes esta mentalidad, tarde o temprano te sacarán del juego.
Demasiado real, solo temo que algunos no lo vean.
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WenMoon
· hace9h
La verdad duele, pero la adicción a operar es realmente una enfermedad incurable.
No podría estar más de acuerdo, es muy fácil confundir la suerte con la habilidad.
Conozco a un amigo así, cada vez que pierde dinero culpa al mercado, pero cuando gana se pasa media hora presumiendo.
Al oír esta frase me di cuenta: de verdad, no todas las oportunidades son para actuar.
Decir que vas a controlar las manos es fácil, pero a la hora de la verdad es dificilísimo.
Reconocer que eres malo en realidad no es tan vergonzoso, lo realmente vergonzoso es repetir siempre los mismos errores.
Guardar el capital es mucho más fiable que operar constantemente, pero es cuestión de tener la mentalidad adecuada.
Hay más oportunidades de las que puedes contar con los dedos, pero aun así intentas atraparlas todas, eso es pura autopenalización.
Esta mentalidad sí que es la mayor riqueza en el trading, más útil que cualquier indicador técnico.
A veces, haciendo nada, es cuando más ganas; irónico, ¿verdad?
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AirdropAnxiety
· hace9h
Vaya, me ha tocado la fibra, este problema de tener las manos inquietas de verdad que no tiene cura.
Tienes razón, cada vez que bajan los tipos de interés es como si nos metiéramos un chute de adrenalina, no nos quedamos a gusto hasta que pinchamos una vez más.
Así es nuestro día a día, no podemos cambiarlo.
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FlashLoanPhantom
· hace9h
Vaya, este es justo el colega que tengo cerca, no puede evitar tener las manos inquietas.
Tienes toda la razón, hay gente que simplemente se siente demasiado bien consigo misma.
Yo solo observo cómo evoluciona la situación, a ver quién es el que se ríe el último.
Aunque llegue la bajada de tipos, no se puede actuar a lo loco, hay que esperar a la señal real.
Con esa mentalidad tan pobre, es fácil acabar siendo el perjudicado.
¿Has visto alguna vez a este tipo de trader? Son especialmente graciosos.
En cuanto tienen algo de dinero ocioso en la cuenta, les empieza a picar la mano. Da igual si el mercado sube, baja o está lateral, tienen que poner una orden para quedarse tranquilos. Este tipo de personas, en el fondo, esconden una confianza ciega de fanático—en otras palabras, se sobrestiman demasiado.
Ni se les pasa por la cabeza que tengan que mejorar en algo; en su opinión, su nivel actual ya es suficiente. Para ellos, solo hay dos explicaciones para las ganancias y pérdidas: ¿han ganado? Por supuesto que es gracias a su habilidad, y lo proclamarían a los cuatro vientos; ¿han perdido? Todo culpa de la mala suerte, a la próxima lo intentarán de nuevo, ¿reflexionar? Ni hablar.
Lo mejor es que nunca aceptan que otros tengan razón. Incluso cuando es evidente que algún experto es más competente, siempre tienen un comentario sarcástico que soltar. Esa obstinación en no reconocer nada, en realidad, esconde ese frágil orgullo—admitir que alguien es mejor les hace sentir inferiores.
De verdad, “controlar las manos” nunca ha sido cuestión de reprimirte a la fuerza, sino de mantener la calma. Primero hay que aprender a aceptar la realidad: tengo mis limitaciones, ¿y qué? Hay que desarrollar la habilidad de ver a otros ganar sin sentir envidia. Las oportunidades de los demás no tienen por qué ser adecuadas para ti; lanzarte a lo loco solo hará que te tomen el pelo.
Ten clara una cosa: en este mundo, las cosas que realmente podemos controlar, se pueden contar con los dedos de las manos. Si te obsesionas con todo y quieres aprovechar cada operación, acabarás agotado y probablemente sufrirás grandes pérdidas. Admitir que eres una persona normal y permitirte que ciertos movimientos del mercado no tengan nada que ver contigo, en realidad te ayudará a esperar el momento que realmente te corresponde.
En el camino del trading, ganar no es la única forma de vivir; conservar el capital es lo que te permitirá reír el último.