El pulso entre la Casa Blanca y la Reserva Federal va en serio esta vez.

Hassett, el candidato a presidente de la Fed propuesto por Trump, se ha posicionado abiertamente a favor de una "bajada de tipos agresiva". Aún más contundente, el propio secretario del Tesoro, Bessent, ha asumido el control directo del proceso de selección, una clara señal de que pretenden intervenir en el sistema de supervisión financiera estadounidense. Los rumores en el mercado apuntan a que Trump ya está redactando en la Casa Blanca la carta de despido del actual presidente Powell; tras conocerse la noticia, el dólar se desplomó de inmediato.

Al mismo tiempo, la reestructuración de los organismos reguladores se está acelerando. Michael Selig, candidato de Trump para presidir la CFTC, ya ha superado la primera revisión del Comité de Agricultura del Senado y, si se confirma su nombramiento, será el único comisario del organismo. Travis Hill, propuesto para dirigir la FDIC, también ha recibido luz verde del Comité Bancario del Senado.

En el fondo, se trata de una batalla por la independencia de la Reserva Federal. Desde su creación en 1913, el funcionamiento autónomo de la Fed ha sido el pilar de la estabilidad financiera mundial; su lógica central consiste precisamente en separar la política monetaria de las presiones políticas a corto plazo. Ahora, sin embargo, esa tradición está siendo desafiada como nunca antes.

El descontento de Trump es muy claro: considera que Powell está tardando demasiado en bajar los tipos de interés y no sigue el ritmo de la Casa Blanca, que quiere impulsar el crecimiento con tipos bajos. Lo que más le irrita es que Powell haya insistido en público varias veces en el principio de "operar con independencia" y se haya negado a seguir la línea política de la Casa Blanca. Para Trump, los puestos clave deben estar ocupados por personas obedientes.