De verdad que ya no sé qué hacer con mi padre. Ahora dice que no va a vender el maíz. Hace un rato en el grupo del pueblo alguien pidió maíz a 0,96 céntimos, diciendo que quien quiera vender que le contacte. Así que enseguida avisé a mi padre, para que si los demás vendían, él también lo hiciera. Pero mi padre me dice que para qué tanta prisa, que el maíz de los demás está húmedo y el suyo ya está seco, muy seco. Le digo que el maíz no tiene medidor de humedad, y le insisto en que lo venda ya, que no se preocupe por el precio, que como mucho puede subir unos céntimos, ¿de qué sirve eso? Además, en casa solo tenemos menos de 5.000 jin de maíz, aunque este año haya llovido mucho y la cosecha haya sido buena, no va a pasar de 5.500 jin. Incluso si sube unos céntimos el kilo, solo va a sacar doscientos o trescientos yuanes más, ¿de qué sirve eso? Si mis activos en criptomonedas fluctúan mucho más, con un buen movimiento gano más que eso. Mi padre dice que si no se mira el precio, para qué plantar entonces, y yo le contesto que yo nunca quise que él plantara, que fue él quien se empeñó. Cueste lo que cueste, este maíz tengo que meterle prisa para que lo venda, no puede esperar a que todos los vecinos hayan vendido y él no. Si llega la temporada de lluvias de verano y aún lo tiene en casa, habrá que preocuparse de que se filtre el agua, y luego, por un poco de maíz, no voy a poder salir, me voy a quedar atrapado en este pueblo. El 29 de febrero de este año, vendiendo el maíz del año pasado, por ayudar a lo tonto, me pillé el pulgar derecho con la máquina y tardé medio año en recuperarme. Mi padre encima dice que fue por ayudar sin saber. ¿Pero yo quería ayudar? Es él quien no vende el maíz, tiene la casa llena de trastos tirados por todas partes, no recoge nada, el cobertizo de atrás se le ha caído y tampoco lo arregla, las piedras del patio tampoco las quita, y el grano viejo lleva seis o siete años sin venderse, todo roído por los ratones. En la caseta donde guarda el grano deben de vivir más de 50 ratones, no se van ni echándolos. Otros acumulan oro, él acumula grano que cada vez vale menos, y el grano nuevo si pasa un año sin vender ya se vuelve viejo y baja un yuan el kilo. ¿Para qué perder dinero así? Estoy seguro de que la pared del patio que se cayó tampoco la va a levantar el año que viene. Porque él solo piensa en plantar, recuerdo que cuando cultiva no descansa ni un día, solo está pendiente del campo. Esa pared del patio, aunque pasen 20 años, no la va a levantar, y entonces él ya tendrá más de 80 años. Y de mayor ya no podrá hacer nada.
La casa está llena de bolsas de plástico, y de ollas eléctricas rotas que tampoco tira. Ha llenado toda la casa, hasta con zapatos viejos que no se pueden usar. Y un montón de cosas inútiles que no quiere tirar, solo las tiene ahí amontonadas. Encima dice que yo no recojo, ¿pero acaso soy yo quien no recoge? Es él quien no recoge, piensa que todo le sirve, y si le digo que lo tiene todo desordenado, como un vertedero, me quiere pegar, y yo me pongo a llorar. De verdad que estoy deprimido en esta familia, pero si me rebelo, al final él es mi padre. Encima si se entera la gente, seguro que dicen que los hijos desobedientes no son buenos. Así que solo puedo aceptar la situación.
He intentado recoger las piedras del patio, pero mi padre me ve y me dice que pare y que no toque nada, como si sus cosas no fueran mías. Solo lo que yo me compro es mío, hasta el registro civil lo pagó él, antes de estar inscrito ni siquiera tenía derechos. Cuando me pegaban en el colegio, ni siquiera podía defenderme, porque no tenía registro, si me mataban casi que me lo merecía, nadie iba a asumir responsabilidad.
En fin, ya no digo más. Voy a comer. Cuando tenga dinero, seguro que me independizo y me voy de esta casa, tengo que huir del campo.
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De verdad que ya no sé qué hacer con mi padre. Ahora dice que no va a vender el maíz. Hace un rato en el grupo del pueblo alguien pidió maíz a 0,96 céntimos, diciendo que quien quiera vender que le contacte. Así que enseguida avisé a mi padre, para que si los demás vendían, él también lo hiciera. Pero mi padre me dice que para qué tanta prisa, que el maíz de los demás está húmedo y el suyo ya está seco, muy seco. Le digo que el maíz no tiene medidor de humedad, y le insisto en que lo venda ya, que no se preocupe por el precio, que como mucho puede subir unos céntimos, ¿de qué sirve eso? Además, en casa solo tenemos menos de 5.000 jin de maíz, aunque este año haya llovido mucho y la cosecha haya sido buena, no va a pasar de 5.500 jin. Incluso si sube unos céntimos el kilo, solo va a sacar doscientos o trescientos yuanes más, ¿de qué sirve eso? Si mis activos en criptomonedas fluctúan mucho más, con un buen movimiento gano más que eso. Mi padre dice que si no se mira el precio, para qué plantar entonces, y yo le contesto que yo nunca quise que él plantara, que fue él quien se empeñó. Cueste lo que cueste, este maíz tengo que meterle prisa para que lo venda, no puede esperar a que todos los vecinos hayan vendido y él no. Si llega la temporada de lluvias de verano y aún lo tiene en casa, habrá que preocuparse de que se filtre el agua, y luego, por un poco de maíz, no voy a poder salir, me voy a quedar atrapado en este pueblo. El 29 de febrero de este año, vendiendo el maíz del año pasado, por ayudar a lo tonto, me pillé el pulgar derecho con la máquina y tardé medio año en recuperarme. Mi padre encima dice que fue por ayudar sin saber. ¿Pero yo quería ayudar? Es él quien no vende el maíz, tiene la casa llena de trastos tirados por todas partes, no recoge nada, el cobertizo de atrás se le ha caído y tampoco lo arregla, las piedras del patio tampoco las quita, y el grano viejo lleva seis o siete años sin venderse, todo roído por los ratones. En la caseta donde guarda el grano deben de vivir más de 50 ratones, no se van ni echándolos. Otros acumulan oro, él acumula grano que cada vez vale menos, y el grano nuevo si pasa un año sin vender ya se vuelve viejo y baja un yuan el kilo. ¿Para qué perder dinero así? Estoy seguro de que la pared del patio que se cayó tampoco la va a levantar el año que viene. Porque él solo piensa en plantar, recuerdo que cuando cultiva no descansa ni un día, solo está pendiente del campo. Esa pared del patio, aunque pasen 20 años, no la va a levantar, y entonces él ya tendrá más de 80 años. Y de mayor ya no podrá hacer nada.
La casa está llena de bolsas de plástico, y de ollas eléctricas rotas que tampoco tira. Ha llenado toda la casa, hasta con zapatos viejos que no se pueden usar. Y un montón de cosas inútiles que no quiere tirar, solo las tiene ahí amontonadas. Encima dice que yo no recojo, ¿pero acaso soy yo quien no recoge? Es él quien no recoge, piensa que todo le sirve, y si le digo que lo tiene todo desordenado, como un vertedero, me quiere pegar, y yo me pongo a llorar. De verdad que estoy deprimido en esta familia, pero si me rebelo, al final él es mi padre. Encima si se entera la gente, seguro que dicen que los hijos desobedientes no son buenos. Así que solo puedo aceptar la situación.
He intentado recoger las piedras del patio, pero mi padre me ve y me dice que pare y que no toque nada, como si sus cosas no fueran mías. Solo lo que yo me compro es mío, hasta el registro civil lo pagó él, antes de estar inscrito ni siquiera tenía derechos. Cuando me pegaban en el colegio, ni siquiera podía defenderme, porque no tenía registro, si me mataban casi que me lo merecía, nadie iba a asumir responsabilidad.
En fin, ya no digo más. Voy a comer. Cuando tenga dinero, seguro que me independizo y me voy de esta casa, tengo que huir del campo.