Ha ocurrido un gran escándalo en Phnom Penh.

En la madrugada del 1 de diciembre, una plataforma de pagos llamada Huiwang publicó repentinamente un comunicado: suspendía sus operaciones y posponía los reembolsos. Este sistema había prometido una rentabilidad anual del 18%, atrayendo así una gran cantidad de fondos; el problema es que la mayoría de ese dinero provenía de fuentes poco legítimas.

¿Lo más irónico? Todos esos tipos que se enriquecieron a base de estafas en todo el mundo, esta vez han acabado siendo víctimas. Prácticamente todo el dinero robado (principalmente USDT) lo metieron en Huiwang para cobrar intereses, y cuando la plataforma colapsó, se dice que entre 5.000 y 10.000 millones de dólares en USDT quedaron directamente congelados.

El asunto desató una reacción en cadena inmediata. En solo 24 horas, el precio de USDT cayó de 1.000 a 0.997, evaporándose casi 2.000 millones de dólares de capitalización de mercado. Las primas en el mercado OTC desaparecieron al instante, y el pánico de ventas arrasó con la profundidad de los principales exchanges; esto no fue una fluctuación normal del mercado, sino la explosión colectiva de una cadena de dinero negro.

Las sanciones de la ONU, EE. UU. y el Reino Unido, junto con la retirada de la licencia por parte del gobierno camboyano, han asfixiado directamente esta industria gris. Los que tenían USDT de procedencia ilícita se lanzaron como locos a vender para conseguir liquidez, provocando una desvinculación del 0,3% al 0,5% respecto al dólar.

Aún más surrealista es que los mismos estafadores que antes esquilmaban a otros, ahora han sido completamente liquidados, intereses incluidos. Ahora hay un montón de gente haciendo cola y llorando en Phnom Penh: ¿Dónde está mi 18% de rentabilidad?

Esta desvinculación podría ser solo el principio.