La semana pasada, hojeando el círculo de amigos, vi la captura de pantalla de ganancias que publicó el viejo Zhang, y casi se me cae el muslo de pollo al suelo: el saldo de su cuenta pasó de 100.000 a 2.000.000. Hay que saber que el día anterior yo todavía estaba lamentándome porque la operación que compré persiguiendo la subida se había quedado atrapada en mitad del camino.

Llevo años moviéndome en el mundo de las criptomonedas y ya estoy acostumbrado a todo tipo de “mitos de hacerse rico de la noche a la mañana” y “tragedias de pérdidas sangrientas”. He escuchado montones de historias de duplicar el capital en tres días, pero alguien como el viejo Zhang, que lleva cuatro años seguidos sin liquidar su cuenta, de verdad no se ve mucho. Más tarde quedé con él para comer y por fin entendí su estrategia: en realidad no depende de ningún chivatazo, el núcleo es solo una cosa: buscar la estabilidad.

Sinceramente, lo que más les falta a la mayoría de los pequeños inversores es esa fuerza de voluntad.

En el historial de operaciones del viejo Zhang, no vas a encontrar ninguna maniobra agresiva. Esos “all-in”