El mayor error en la vida de una persona es apostar su salud y usar su cuerpo como combustible cuando es joven, pensando que aguantando un poco más y resistiendo podrá asegurar un futuro estable, sin darse cuenta de que está vendiendo un capital irreemplazable. No es hasta la mediana edad cuando uno descubre que las facturas del cuerpo nunca avisan; simplemente llegan todas de golpe, obligándote a cubrir daños exponenciales con ingresos que solo crecen de forma lineal. El sueño que ahorraste, la presión que soportaste, las noches en vela que pasaste, todo te lo cobrará la vida con intereses. De joven cambiaste salud por dinero; de adulto, dinero por salud, solo para darte cuenta de que nunca cuadran las cuentas: el dinero se puede volver a ganar, pero la salud solo se pierde. Crees que aguantas, pero en realidad tu cuerpo se va desgastando en silencio. Piensas que en el futuro podrás reparar el desgaste de antaño con tu fortuna, pero la verdad más cruel es que el dinero que conseguiste a costa de tu vida, al final, tendrás que gastarlo tratando de salvarla, y nunca conseguirás recuperar la vida original.
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El mayor error en la vida de una persona es apostar su salud y usar su cuerpo como combustible cuando es joven, pensando que aguantando un poco más y resistiendo podrá asegurar un futuro estable, sin darse cuenta de que está vendiendo un capital irreemplazable. No es hasta la mediana edad cuando uno descubre que las facturas del cuerpo nunca avisan; simplemente llegan todas de golpe, obligándote a cubrir daños exponenciales con ingresos que solo crecen de forma lineal. El sueño que ahorraste, la presión que soportaste, las noches en vela que pasaste, todo te lo cobrará la vida con intereses. De joven cambiaste salud por dinero; de adulto, dinero por salud, solo para darte cuenta de que nunca cuadran las cuentas: el dinero se puede volver a ganar, pero la salud solo se pierde. Crees que aguantas, pero en realidad tu cuerpo se va desgastando en silencio. Piensas que en el futuro podrás reparar el desgaste de antaño con tu fortuna, pero la verdad más cruel es que el dinero que conseguiste a costa de tu vida, al final, tendrás que gastarlo tratando de salvarla, y nunca conseguirás recuperar la vida original.