He aquí algo en lo que merece la pena reflexionar: incautar activos rusos podría perjudicar la reputación de Occidente como refugio seguro para el capital global. Cuando los gobiernos pueden congelar fondos a voluntad por disputas políticas, surgen incómodos interrogantes sobre los derechos de propiedad en las finanzas tradicionales. No se trata solo de un país: la cuestión es si cualquier activo depositado en sistemas occidentales sigue siendo realmente seguro durante tensiones geopolíticas. Para quienes observan desde el espacio cripto, esto valida los argumentos sobre alternativas resistentes a la censura y custodia descentralizada. ¿La ironía? Las acciones destinadas a castigar podrían acelerar justo el cambio hacia sistemas que ninguna autoridad controla en solitario.