Hace doce años, en este mismo día, ocurrió algo inesperado en el mundo cripto. Lo que empezó como una broma—un meme de Shiba Inu acompañado de inglés roto—de alguna manera se convirtió en uno de los activos digitales más reconocidos.

Dogecoin no nació en una sala de juntas corporativa. Sin capital de riesgo. Sin un white paper prometiendo revolucionar las finanzas. Solo dos desarrolladores divirtiéndose y una comunidad que decidió seguirles el juego. Avanzamos hasta hoy, y ese experimento lúdico ha sobrevivido a varios mercados bajistas, ha inspirado innumerables memes y ha formado una comunidad fiel que se niega a tomarse demasiado en serio.

Tanto si eres holder, escéptico o simplemente alguien que disfruta del caos, es innegable que esta moneda ha creado su propio y extraño rincón en la historia de las criptomonedas. Por otro año más de memes, buen ambiente comunitario y lo que sea que venga después.