Esa operación me hizo dar cuenta de lo importante que es gestionar la mentalidad. Puse un stop loss en 470, y justo en ese momento se cerró en 475, luego el precio subió hasta 476, pensé que iba a ganar algo. Pero la situación se invirtió y cayó hasta 422. La orden que tenía a un coste de 438 podría haber sido una ganancia de 100 dólares, pero entre el stop loss y las operaciones en contra, perdí directamente 300.

En ese momento, mi estado mental se vino abajo. Empecé a jugar locamente con contratos de eventos, cinco operaciones consecutivas de 50 dólares, y ninguna fue ganadora. Fue entonces cuando me di cuenta de que lo peor de perder dinero no es la volatilidad del precio, sino la toma de decisiones fuera de control.

Ahora estoy mucho más tranquilo. Recargué 50 dólares y compré 5 ZEC a un coste de 325, esta vez sin fantasías, siguiendo simplemente la línea de coste. Sin perseguir subidas, sin intentar recuperar rápidamente, dejando que el mercado hable.